Si preguntamos a alguien cómo es o cómo quiere una barandilla exterior, en general y dejando fuera las forjadas decimonónicas, nos dirán que de barrotes o, como mucho, de cristal. Pero unas pueden ser aburridas y otras son caras y difíciles de limpiar o mantener.
Fijaos en estos ejemplos que os traemos y veréis que hay mucha más variación. La chapa metálica o la rejilla cumplen perfectamente el cometido: acabadas para el exterior, versátiles, con opción de colorearlas, cumplen fácilmente la normativa correspondiente y resultan económicas.
Dan mucho pie a la imaginación, de modo que, bien trabajadas, consiguen composiciones muy audaces y que no pasan desapercibidas.
Rejillas y mallas que podríamos ubicarlas en otras funciones, son una perfecta alternativa a la barandilla de siempre.
Yendo más allá, una variante muy ingeniosa es la que se compone de elementos sueltos e independientes, sin un barandal superior que los una.
Pero si queremos seguir dando una oportunidad a la clásica barandilla de barrotes, utilizada de modo poco convencional, ayudémonos de otros elementos de obra o de la propia composición de fachada para conseguir soluciones realmente ocurrentes.
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