Este apartamento, situado en un edificio modernista de Barcelona, escondía algún que otro tesoro cuando sus nuevos propietarios lo descubrieron para comprarlo. Aparte de un gran espejo y un viejo mueble tocadiscos que decidieron integrar en la futura decoración, se encontraron con un buen número de baldosas hidráulicas de forma hexagonal y en tres colores.
Dos de esos colores, el verde manzana y el rosa coral, han sido los que han dominado la nueva imagen de la vivienda reformada. Sobre un fondo blanco se han utilizado sendos tonos en paredes y carpinterías preexistentes, y como contrapunto transgresor y rebelde se han contrastado con un ocre anaranjado en los baños.
La vivienda, de la que no tenemos la distribución anterior, nos la podemos imaginar: habitaciones pequeñas y oscuras con muchos recovecos y escondrijos. En la reforma se ha aprovechado la estructura original de muros de carga para dividir el piso en cuatro áreas: zona de día, dormitorios secundarios, baño y almacenaje y suite principal.
En el salón se han dejado las bovedillas vistas y se han agrupado todas las baldosas a modo de alfombra, en el resto de la casa se ha jugado con la paleta de colores y con las luces rasantes. Se han recuperado las carpinterías exteriores y para las interiores se ha utilizado una madera de pino cepillada en acabado natural.
El resultado es una vivienda ordenada y luminosa, muy "vivible" y alegre en la que el color reivindica su importancia en el interiorismo... y es que hemos de perderle el miedo al color, porque es tannn fácil de actualizar cuando nos cansamos...
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Casa Tyche, más fotos e información aquí y aquí.
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